Jesús Cañadas: "¿Por qué no se pueden traer el miedo y el misterio al sur?"

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cañadasgerman / Germán Mesa

VINDICACIÓN DEL GÓTICO SUREÑO. Una novela negra con apuntes sobrenaturales ambientada en la Alpujarra. Esa es la apuesta que Jesús Cañadas (Cádiz, 1980) realiza con Fundido a negro (N de Novela): una historia que mezcla presente y pasado –narrados con distinta tipografía en el cuerpo del libro– a la hora de desarrollar un true crime sobre un suceso enterrado hace un cuarto de siglo. Cañadas tiene idea de seguir abundando en el noir andaluz, con entregas por cada una de las provincias, en una propuesta que cala yendo contra los tópicos.

–Insiste en esa idea, que a muchos puede parecer imposible, del gótico sureño.

–Lo cierto es que tengo la intención, o el capricho, de ir haciendo una serie de thrillers que yo llamo “de proximidad”. Todo en la línea en la que me gusta moverme, de la ambigüedad entre lo que es realidad y lo que no, la inquietud... Y desde Andalucía, en una serie en la que cada entrega vaya tocando cada una de las provincias andaluzas.

–En ‘Fundido a negro’ le ha tocado a Granada.

–Yo estudié parte de la carrera en Granada, y se me quedó esa idea de que la Alpujarra era el escenario ideal para una secta:una de las cosas imprescindibles es el aislamiento, claro; pero luego encuentras también el elemento del paisaje, tan gigantesco y majestuoso. Una especie de nada que casi te ahoga. Ahí estaban las coordenadas reales.

–Dentro de ese escenario de cercanía, hay espacio para el habla, las hablas, andaluzas.

–Sí, también tenía claro lo de escribir en andaluz, pero en el andaluz propio de cada uno: los de Sevilla hablan como los de allí, o los de Marbella, o de Granada... A diferencia de en las Tres muertes de Fermín Salvochea, los vocablos no están en cursiva: toda una prueba, especialmente, de cara al exterior, a ver si se entendía y, sobre todo, si no chocaba todo ese deje –que para muchos es de folclore– con estas historias de realismo fantástico sin fantasía.

–Hombre, traerse lo inquietante al sur del sur tiene su punto rupturista.

–Pienso que a todos nos gustan, en un estilo u otro, las historias de miedo o de misterio. ¿Por qué carajo no se pueden traer estas coordenadas que tanto nos agarran a nuestra tierra? Porque tenemos potencial, paisajes, realidad e imaginario para hacerlo. Al final, lo que importante es que hagas una historia que te robe horas de sueño.

La idea es ir haciendo una serie de thrillers ambientados en las ocho provincias andaluzas"

–¿De dónde sale esa querencia por hacer historias en las que tiemble el piso? Ya sabe, Cthulhu es nuestro Señor y Lovecraft, su profeta.

–Yo me recuerdo leyendo desde siempre, con especial predilección hacia el misterio. Desde El pequeño vampiro, que lo mangué de casa de unos primos y después me lo dieron. Desde ese momento, leer ha sido una especie de pulsión de fumador. Luego está el absoluto de que si se aburre el que escribe, se aburre el lector: y la mejor manera que tengo de no aburrirme es con estas historias.

–La ambigüedad de lo sobrenatural...

–En el caso en concreto de Fundido a negro, ayuda que toda novela se articule a través de narradores: ¿qué es cierto y qué no? ¿qué se inventa, qué se oculta? Luego están también los temas de la espiritualidad, de los monstruos propios de cualquier secta... Voy navegando entre esos dos puntos, entre la eterna duda de si todo lo que cuentan los distintos personajes, los distintos testimonios, pasó de verdad o no. Llega un punto en el que realidad y ficción se han mezclado, sembrando la duda.

–’Fundido a negro’ rememora un hecho inventado, y truculento, de los años 90, en los que toma uno de los elementos frecuentes de la época, las sectas.

–Fue curioso el alza que tuvo entonces, sobre todo a nivel mediático, el tema de las sectas. Todos los que han trabajado en ese mundo coinciden en que la relación que establecen con los suyos no es tan distinta a una relación de maltrato. Hay un periodo de luna de miel pero luego las cosas empiezan a no ser tan idílicas, el grupo termina encerándose en sí mismo, se cancelan ciertas actitudes o pensamientos... Puede haber un periodo de desorientación, insultos, extremos.. Un grupo que termina llegando a momentos de humillación gradual. Es un marco más que interesante.

–Y otro de los referentes del momento, inevitable y por supuesto, fueron los programas de espectáculo y telerrealidad. O situaciones que nos parecen imposibles, como lo ocurrido con el crimen de Alcàsser.

–Y todos tragándoselo en la época, todos pegados a la pantalla porque, para colmo, era como un Twin Peaks real. Hoy día podemos decir que hemos evolucionado, pero seguimos siendo unas marujas: aunque hayamos eliminado a Pepe Navarro y Nieves Herrero, saben perfectamente cómo tocarnos las teclas.

–Lo gore ha vendido desde los cordeles de ciego. Precisamente, la puesta en marcha de un true crime es el arranque de la novela.

–Yo me he aficionado muchísimo al género, hasta el punto de que ya llegó un momento en que veía, claro, cómo iban llevando la historia por donde querían. Que es algo que dicen los protagonistas de la novela, que es fácil reconducir los testimonios, manipular la verdad, rellenar lo que tienes en la cabeza... No es ético, ni mucho menos. Una de las cosas que apunta también el protagonista es que es mejor disculparse que pedir permiso, pero está claro que no es así.

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