Consecuencias del apagón para el sector eléctrico

La caída total del suministro de electricidad en España esta semana ha puesto sobre la mesa los riesgos a los que se enfrenta el proceso de transición energética. Este proceso, impulsado por tecnologías intensivas en electricidad como los centros de datos, la inteligencia artificial o los vehículos eléctricos, implica una creciente demanda de electricidad. A la vez, la forma de generar electricidad está cambiando radicalmente con un giro hacia fuentes renovables que plantea serios retos para la estabilidad del sistema eléctrico, cuya infraestructura y regulación aún no están plenamente preparadas.

De la información y análisis disponibles, parece deducirse que el apagón ha sido consecuencia de la dificultad de gestionar la estabilidad de la red en un contexto de fuerte peso de generación solar y eólica. La transición energética no debe frenarse por estos desafíos, pero tampoco puede ignorarlos. Asegurar un sistema eléctrico resiliente exige liderazgo técnico, regulatorio y político desde el sector renovable. Si no se enfrentan estos riesgos de forma abierta y proactiva, se pondrá en peligro no solo la estabilidad del suministro, sino la credibilidad de toda la transición energética.

Desde un punto de vista de la inversión en el sector eléctrico español, esta crisis refuerza nuestra visión de que es necesario acometer un proceso de inversión en infraestructuras que minimice al máximo los riesgos de nuevos apagones. Estas inversiones implican un mayor volumen de ingresos tanto para Redeia como para las eléctricas integradas, reforzando nuestra tesis de inversión en el sector. Estas inversiones implicarán un encarecimiento del transporte de electricidad que se incluye la tarifa eléctrica para los consumidores, pero se compensará con el abaratamiento del precio de la electricidad por el mayor uso de renovables.