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Gafas de cerca

20 de mayo 2025 - 03:07

Borricate es una expresión gaditana, que quiere decir llevar a alguien a cuestas, o sea a caballito, que se dice en otros lugares. No es acarrear en el propio lomo de carne, o no solamente; sobre todo se usa para una carga vital, intangible pero malaya como la gota que no cesa. O por lo menos en ese sentido me lo obsequiaba, relatando, mi ya partido vecino Antonio, que era onubense de Punta Umbría, a la que él nombraba “Puntumbría”. “Vaya borricate de tinto”, o “Vaya el borricate que me han dado mis hijas con los dos perritos, todo el día ladrando, una pasta en veterinario, ¿y quién los saca tres veces al día? ¡Mesié!”. Es este el de las mascotas un borricate de libro, y muy al uso. Pero el gran borricate sideral, o de este barrio del cosmos llamado Tierra, es internet.

Internet es un prodigio, un gran activo productivo mundial, una fuente ubérrima e incesante de información y contacto que nos vivifica, acelerador de todos los procesos y kriptonita de su eficiencia. Tantas maravillas nos facilita internet a tiro de móvil. Pero todo prodigio contiene una trastienda con roedores donde Mr. Scrooge cuenta sus monedas: no hay duros a cuatro pesetas, los activos siempre implican pasivos y los ingresos exigen gastos; el quid de la cuestión está en hacer positivo el saldo de pros y contras. Sucede que internet “coge retirao”. Está emboscada y es ocultona a todos los efectos. Bueno, no para ejercer de hombre de los caramelos y engancharte, ahí da la cara y lo da todo. Quien está detrás de internet es más difícil de pillar que un gamusino.

Por mencionar un caso, un tribunal de Madrid ha dado la razón a Consumo para Retirar anuncios ilegales de Airbnb, 5.800 en total, de viviendas turísticas. Ah, el truco del almendruco con sede en Estados Unidos, como Amazon o el gran ojo, Google. Sí, muy democráticos los pisos turísticos, como Ryanair: he ahí el anzuelo. Sus efectos sociológicos, urbanísticos, tapeísticos y estructurales son apabullantes (y muchos, indeseables: el saldo neto no sale a cuenta, y es mi opinión). Inflación galopante de la vivienda, expulsión de propios para deleite de ajenos, camamerización de la economía, ya saben todo eso. Ahora, ¿quién le pone el cascabel a ese gato empoderado a más no poder? Como cantaba la Jurado a la mujer titular: “Ahora es tarde, señora, ahora nadie puede apartarla de mí”. Ni con agua caliente. ¡Búscame!, dirán en Silicon Valley, quebrándose la caja los padres de los hijos a los que prohíben, hasta bastante mayorcetes, el contacto con internet... que es su propia ganadería.

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