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Eduardo Jordá
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Las dos orillas
Los primeros momentos de un Papa dan pistas sobre su pontificado. En el arranque de León XIV lo más importante es su nombre. Quienes lo ven sólo como un continuador de Francisco, quizás esperaban que se hubiera presentado como Francisco II. Sin embargo, al optar por León XIV, ha puesto el foco sobre León XIII, que fue Papa durante 25 años, entre 1878 y 1903, y que abrió la Iglesia a una nueva dimensión social, en un mundo dividido entre el capitalismo y el marxismo más feroces. Pero que también reforzó los contenidos doctrinales en lo filosófico y lo teológico. Un grandísimo Papa de su tiempo, al que el cardenal Prevost ha recuperado del baúl de los recuerdos.
Y tiene motivos para hacerlo. La dimensión social de León XIII quedó de manifiesto en la encíclica Rerum Novarum, una de las más citadas y conocidas. En ella defendía a los obreros, en los tiempos de la revolución industrial. Pero no sólo rechazaba los abusos del capitalismo. También los de un marxismo que se basaba en la lucha de clases y el odio. Por el contrario, la teoría social cristiana se debe justificar en el amor. Aunque no desde un punto de vista angelical, porque animaba a pagar salarios justos y unirse en sindicatos católicos.
Esa encíclica ha marcado la doctrina social de la Iglesia. Está asimismo en el origen de Aparecida, tras la reunión en ese santuario brasileño en 2007. El entonces cardenal argentino Bergoglio y los teólogos afines dieron consistencia a su apuesta por los pobres y las periferias. También para frenar el avance de una teología de la liberación revirada hacia el marxismo. Entre León XIII y la teología del pueblo de Aparecida hay un nexo obvio, una tercera vía de justicia y paz, que no se apoya en el materialismo dialéctico ni en el liberalismo inhumano, sino en el amor a Dios y al prójimo.
Pero no se puede olvidar que el nuevo Papa ha dado más pistas sobre otros aspectos religiosos que marcaron a León XIII. Como su esfuerzo por la evangelización en EEUU, o ser un pionero en el acercamiento a los anglicanos y los ortodoxos. Y sobre todo por su devoción mariana. León XIII fue un gran propagador del rosario, en los años posteriores a Lourdes. León XIV rezó a la Virgen en su primer discurso. Estos aspectos religiosos interesan poco a los que ven al Papa sólo como un político, pero son muy importantes para los católicos.
Tener a un León XIV en el siglo XXI es un propósito ambicioso. Y desarrollarlo será difícil. Pero Jesús no dijo que fuera fácil.
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