
El balcón
Ignacio Martínez
Rendir a golpes
Notas al margen
La Conferencia de Presidentes se cerró con una sonora ruptura entre socialistas y populares. Lo contrario habría resultado conmovedor. Tensionar el ambiente en un momento dado, como le gustaba a Zapatero, no es del todo peligroso si sabes lo que te traes entre manos. Pero crispar siempre tirando de la cuerda hacia tus propios intereses no suele acabar bien. Hace tiempo que nuestros líderes no se soportan de tanto tirar. Y si no son capaces de compartir un aperitivo en la cafetería del Congreso, ¿cómo iban a solucionar el problema de la vivienda y la financiación? La foto de familia de los barones del PP con Sánchez y el Rey fue un espejismo. No hay tregua ni un instante. Los populares calentaron la manifestación de hoy pidiéndole a Sánchez que adelante las elecciones. Ayuso, fiel a su estilo, no perdió la ocasión de acaparar los focos: se encaró con la ministra de Sanidad y se ausentó se la reunión cuando escuchó hablar en catalán y euskera. Por si fuese poco, y tras el lamentable episodio protagonizado por la fontanera del PSOE y Víctor Aldama esta semana, Óscar Puente, en su tono incendiario, llamó a Moreno “falangista”. Ni Berlanga imaginó algo tan burdo y soez. Sus personajes exhibían una dudosa moral pero no con tanto descaro como Leire Díez sin ir más lejos.
El PP siente el triunfo tan cercano que no deja de motivar a su electorado. Aún tiene dos problemas. Vox sigue dando miedo al votante moderado, y recordemos que Aznar ganó porque muchos simpatizantes del PSOE le votaron y porque hablaba catalán en la intimidad. En segundo lugar, los populares han de cuidar sus constantes vitales. Si se insiste a todas horas en que todo es tan grave, nada lo parece. El PSOE se desmorona poco a poco sin necesidad de que le toquen. Por eso sorprende que incluso el PP de Juanma Moreno haya endurecido el tono estos días. Muchos notables socialistas no ocultan su estupor con su partido. ¿Qué más se puede decir? Conste que a Feijóo no le gusta exagerar, habla de la mafia para contentar a su enemigo interno. Se puede hablar de corrupción y de ineficacia en la gestión hasta el infinito y con razón. Pero hablar de un Gobierno mafioso es absurdo. En lugar de ponerse taquicárdico, el PP podría dejar que las cosas discurran por su cauce y que cada cual extraiga sus conclusiones. Porque cuando sobreactúa, motiva a su electorado y al de sus rivales. Hubo un día en que políticos como Susana Díaz, Albert Rivera o Pablo Iglesias se pasaron tanto interpretando sus personajes que cayeron en desgracia hicieran lo que hicieran. ¿Sánchez se halla en ese punto? Esa es la clave que inclinará la balanza entre un PSOE tramposo y un PP indeciso entre sus dos almas que se ha lanzado a la carrera como si las elecciones fuesen mañana.
También te puede interesar
El balcón
Ignacio Martínez
Rendir a golpes
La esquina
José Aguilar
Pedro se disculpa, pero sigue
Por montera
Mariló Montero
Las máscaras de Sánchez
En tránsito
Eduardo Jordá
La estafa del amor