
Tribuna
Juan Luis Selma
Alimentar el amor
Crónica personal
Que desde los aledaños gubernamentales se presente a Leire Díez como un pequeño Nicolás es un insulto a la inteligencia. El llamado pequeño Nicolás era un bobalicón que presumía de importantes contactos y se colaba en las fiestas que podía, mientras Leire Díez es una destacada militante socialista. La prueba, que le hicieron hueco en dos empresas públicas en las que quizá no se esforzó demasiado laboralmente pero participaba en reuniones que le permitían mantener contacto con personas influyentes. Como Koldo García y Santos Cerdán, por ejemplo. Dos hombres que no mantienen relaciones políticas con cualquier militante.
Digan lo que digan los sanchistas defendiendo su honorabilidad, la corrupción económica y moral de su partido, que alcanza a algunos despachos del Gobierno, tiene un alcance y una gravedad muy superior a la que sirvió a Sánchez para convertirse en presidente a través de una moción de censura en la que acusó a Rajoy de liderar un partido corrupto.
Desgraciadamente, casos de corrupción se han vivido en todos los gobiernos, pero han sido juegos de niños comparados con los del sanchismo; y no vamos a mencionarlos de nuevo porque falta espacio. La última, probablemente la penúltima, la maniobra del líder socialista extremeño para conseguir el aforamiento. Con el aplauso de Moncloa y Ferraz, y la indignación de centenares de socialistas.
En tiempos de Rajoy, desalojado de Moncloa por presunta corrupción, no se respondió a las informaciones tratando de desacreditar a jueces, fiscales y periodistas, ni cambiar el método para acceder a la carrera judicial para ver si así se acababa con los jueces decentes. Nadie en el poder de encogió de hombros ante la colocación de amantes en empresas públicas sin acudir a trabajar, ni se llevó a viajes oficiales a una prostituta a tanto la jornada acompañando a un ministro. Jamás se intentó comprar la voluntad de nadie para que acusara a un mando de la UCO y anular así las pruebas de los investigadores de la Guardia Civil sobre la corrupción de altos cargos del PSOE y del Gobierno; ni el secretario de Estado de Seguridad dimitió por razones personales. Aunque todo el mundo sospecha que Rafael Pérez dimitió porque no aguantaba más el seguir callado.
Cuando los socialistas se indignan porque se les recuerda que Sánchez fue presidente por acusar a Rajoy de corrupción, responden que Feijóo puede hacer lo mismo, presentar una moción de censura. Saben esos sanchistas que no le salen las cuentas, los socios de Sánchez nunca votarían a Feijóo.
La izquierda tiene más manga ancha que la derecha para los asuntos de corrupción.
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