La Iglesia se asoma al futuro

Editorial

07 de mayo 2025 - 03:08

El cónclave que a partir de esta tarde inicia sus votaciones para designar al sucesor de Francisco lo hace sin que en las semanas previas, las transcurridas desde el fallecimiento del Pontífice, haya surgido un candidato con posibilidades claras de convertirse en la nueva cabeza de la Iglesia Católica. Ninguno de los nombres con los que se ha especulado parece suscitar, de entrada, un consenso suficiente. Esta circunstancia refleja la controversia a la que hace frente la institución que sin duda ostenta el mayor poder espiritual del planeta y que es un faro de actuación para cientos de millones de personas. En lo que llevamos de siglo la Iglesia ha estado marcada por la personalidad de dos papas, Juan Pablo II y Francisco, que han representado formas muy diferentes de entender el papel de los católicos en un mundo sometido a grandes cambios. El breve pontificado de Benedicto XVI hay que interpretarlo como un paréntesis en el que lo teológico y lo doctrinal se impuso, con todos los matices que se quiera, al encaje de la Iglesia en el mundo. El cónclave va a tener que decidir, en definitiva, si la Iglesia del segundo cuarto del siglo XXI va a mirar más al legado del Papa polaco o del argentino y cómo ese legado se va a adaptar a una realidad política, social y económica que está en un proceso de profunda convulsión. Cuando en las próximas horas o en los próximos días el nuevo Papa imparta su primera bendición desde el balcón de la Plaza de San Pedro empezará un pontificado que tendrá que iluminar a los católicos en una realidad muy diferente a las de las últimas décadas. Adaptar la Iglesia a esa nueva situación, en la que paz y la estabilidad han dejado de ser valores sólidos, va a ser su principal reto. Lo que no va a cambiar es la misión de la Iglesia de iluminar a los católicos en su vida diaria y de ser un referente ético para todos los gobernantes del mundo.

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