Antonio Sempere

Andreu Buenafuente y su epifanía de 'Futuro imperfecto'

El programa es uno de los formatos que está más en forma en TVE

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Andreu Buenafuente en 'Futuro imperfecto'
Andreu Buenafuente en 'Futuro imperfecto'

08 de junio 2025 - 07:05

Hay algo hermoso e indefinible en el medio televisivo. Quienes estamos inoculados de él somos capaces de sentir eso que denominamos magia. En estos momentos existe en antena un exponente de aquello a lo que aludimos. Lo encontramos en Futuro imperfecto. Es un concepto inasible que, cuando se disfruta, equivale al mejor chute de felicidad. Quien hace televisión es el que más la disfruta. Logra subir la adrenalina hasta su máxima expresión. Pero los espectadores también podemos ser partícipes de ese subidón. De ahí la catarsis colectiva.

Para comprender este concepto hay que recorrer someramente el proceso del programa. Primero percibir el aura que se produce en los instantes previos a la grabación. Los nervios. La sensación de que va a ocurrir algo diferente a lo que se percibe en un concierto o una función de teatro. Es la televisión. Única. Los nervios del equipo del programa a medida que se acerca el momento del inicio, cuando no hay marcha atrás.

La ilusión que acumula el público en el instante en que se enciende el piloto rojo. Todo eso se mastica en el Auditorio de Terrassa, de más de 600 butacas, donde tiene lugar Futuro imperfecto. La figura del regidor, que es el enlace con el público. La posibilidad de que la magia actúe y surjan momentos irrepetibles.

En Futuro imperfecto su funde el teatro con la televisión, el escenario con la pantalla. Lo que brota es una epifanía de Buenafuente con el público. Enhorabuena. Diríamos que la buena televisión o es magia o no es nada. Sin embargo, sólo de vez en cuando se asoma por nuestras pantallas. Quien está atento y sensible a ella la percibe. Porque la buena televisión, vibrante y auténtica, no engaña.

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