
Carmen Pérez
La inteligencia artificial en las empresas españolas
No sé si los herederos de Churchill y los de Groucho la reclamarán para sus egregios antepasados, pero se atribuye a Abraham Lincoln la lapidaria frase: “Puedes engañar a todo el mundo durante un tiempo, y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”. En realidad, el presidente estadounidense que abolió la esclavitud tan tarde como en 1863 y que fue asesinado en el ejercicio del cargo, nunca la dijo ni escribió tal sentencia. Pero “se non è vero, è ben trovato”, que dicen los italianos a partir de otro aforismo, este de Giordano Bruno: si no es verdad, está bien traído.
A Pedro Sánchez se le atribuye la condición de mentiroso compulsivo, de mitómano, de creerse sus propias mentiras o, alternativamente, ser un cínico de raza; de que, cuanta más gesto facial y voz solemnes interpreta, más la está colando; de ser el máquina del dicho español “donde dije digo, digo Diego”... que no pasa ‘na’. No es el único político mentiroso: “Toda persona que ostenta un gran poder miente con frecuencia” (esta frase es de Alejandro Magno antes de hacer la mili, asegura Trolipedia). Hay grandes troleros votados por multitudes, por decenas de millones. El caso más reciente es el de Donald Trump, para quien el fin justifica los medios (algo que nunca proclamó Maquiavelo, tampoco). No se corta un pelo dorado en disimular que no dice una verdad, que eso le pone, y que no sólo más de setenta y siete millones de votantes, dos más que Kamala, creen en sus patrañas, infundios y promesas inviables, sino también sus incomprensibles devotos hispánicos.
Por no decir que tragan con que provoque un colapso bursátil de dos días con unas amenazas de las que se desdice, bien puede que para hacer caja con el “rebote técnico”, otra patraña al uso que significa ganancia de pescadores con información privilegiada, insiders. Esto que digo es una osada presunción, como lo es que el inmediatamente dimitido Musk también estaba en el ajo, un ajo más planificado que un Plan Quinquenal de Mao o el Plan Badajoz de Franco (el de los imprescindibles pantanos). Coge el dinero y corre, Elon.
Sánchez compungido, con el peso de las cosas sobre sus hombros de estadista, tiene a veces más peligro de embuste que el hijo de Maese Gepeto. Tras el Gran Apagón, no se sabe quiénes mienten más: si la prensa conservadora culpando a la preferencia de las renovables y a la carencia de energía nuclear en España, o el Gobierno señalando al concentrado sector eléctrico, llamado a capítulo a Moncloa. Alguien miente, o todos tienen parte de verdad.
Alemania duda de que el milagro español sea compatible con el 2% más en Defensa
Pero vayamos a otra mentira, olvidada por el apagón del martes: varios medios y políticos alemanes dicen que detrás de la promesa de Sánchez de subir los gastos militares –10.500 millones de presupuesto anual más y hasta un 2% del PIB– entraña una mentira. Que la mentira consiste en que ese gasto imprevisto no va a mermar el estado de bienestar, la sanidad pública, el déficit, la deuda, el PIB o el empleo público y privado. ¡Nada, no va a mermar nada! ¡Y sin subir impuestos directos (IRPF y Sociedades) ni directos (IVA y Especiales, como el de la gasolina)!: “No nos creemos el milagro español; algo está pasando en España que no puede ser”. O hay mentira en las cuentas públicas (cosa de Houdini, porque la Contabilidad Nacional está bajo estricto control eurocomunitario), o se trata de una patada a seguir, y el que venga detrás que arree.
O, en vez de desde atrás, venga desde abajo. Marruecos por ejemplo, con muchos más soldados que nosotros, y en imparable incremento del gasto militar. Y apoyado por USA. Abriendo y cerrando la válvula de la migración, entre la risa de los sátrapas teocráticos, el mayor de ellos residente en París. Con un pueblo unido a la fuerza y por la religión. Nada que ver.
También te puede interesar
Carmen Pérez
La inteligencia artificial en las empresas españolas
El parqué
Avances tímidos
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Infraestructuras
Artículo de opinión
El Papa y su mensaje