Aquel gol de Señor

Paisaje urbano

07 de mayo 2025 - 03:08

Cuando el gol de Señor, que hacía el doce contra Malta aquel miércoles lluvioso de diciembre del 83, y que clasificaba por las bravas a España para la Eurocopa de Francia, un periodista de la hora exclamó justo después de la hazaña algo así como “Dios, qué falta le hacía a este país una alegría como esta…”. Ahora, cuando tanta agua ha pasado por nuestros puentes, todo aquello nos parece extraño y lejano, pero hubo un tiempo en que en este país estaba casi todo por hacer, y de alguna manera ese gol postrero, casi antediluviano, marcó un tiempo nuevo en aquella todavía nueva democracia que pugnaba por abrirse paso en la ansiada modernidad que representaba Europa.

La noticia del fallecimiento de José Ángel de la Casa, el locutor del fútbol para Televisión Española durante la edad de oro de la cadena pública y cuyo grito destemplado de aquella noche ha quedado en la memoria colectiva, nos lleva de cabeza al recuerdo de aquellas rudimentarias retransmisiones de sólo tres tiros de cámara, siempre los sábados por la tarde, con espectadores de boina y transistor, y los niños saludando a la cámara aprovechando cuando los enfocaban en cada saque de esquina. Y de fondo, la voz pausada del único locutor, nasal, sosegada. “Alexanco para Zamora, éste busca en largo a Santillana…”. La narración imperturbable siempre ajustada a los tiempos, sin concesiones, juicios de valor ni alardes de cara a la galería, como correspondía a aquel ritmo ochentero de una televisión única, sin competencia ni anuncios, destinada a ser la única voz de todo un país.

Recordando hoy el gesto siempre amable del locutor recién fallecido, tan opuesto a esas dialécticas de mentira que caracterizan los programas corales de ahora, y su oficio de periodista más de redacción que de campo, uno no puede sino identificarlo con aquella España de tabaco y periódico, más pobre y más ingenua, pero también, más ilusionada que esta nuestra de ahora con lo mucho que había por hacer. Mucho ha cambiado la sociedad, claro que sí. Sin salirnos de las retransmisiones televisivas, resulta evidente el cambio de paradigma operado con la llegada de las privadas, y ahora disfrutamos de unas producciones excelentes, acompañadas además de éxitos deportivos que nunca hubiéramos imaginado. Pero que, con toda su parafernalia, no han superado en autenticidad a la euforia desubicada de aquel gol de Señor cantado en la voz monocorde de José Angel de la Casa.

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