Justo lo contrario

Quizás

09 de mayo 2025 - 03:07

Vaya de antemano que carezco de la enorme cantidad de datos de los que disponen los algoritmos que nos dicen lo que funciona y lo que no, por lo que no puedo demostrar que mi sospecha sea cierta; pero comienzo a creer que a los escrutinios que las nuevas tecnologías nos someten, les falta una parte importante de conocimiento sobre lo que acontece en la realidad social que nos rodea. La mayor parte de estudios que se hacen constantemente sobre lo que hacemos los seres humanos tienen como objetivo conocer los hábitos de consumo para así poder dirigirse con atino a eso que llamamos mercado; pero respecto a los usos y costumbres de quienes no consumen, de sus razones, se prescinde y sin embargo forman parte de la sociedad de igual modo que quienes si lo hacen. Y producto de este olvido, las conclusiones resultan equivocadas.

Todas las cadenas de televisión del mundo desayunan diariamente con exhaustivos análisis del comportamiento de quienes el día anterior se colocaron frente a sus pantallas. Saben lo que les gustó y lo que no. Dominan los datos por edades, target, localización geográfica; pero pregúnteles a sus directivos por como son, que hacen y por qué no les eligen aquellos que sencillamente no ven la televisión. Los analistas políticos se centran en aquellos que votan ; los vendedores de coches sólo piensan en quienes los compran; los diseñadores de vestimentas en quienes gustan de ir elegantes y a la moda. Pero hay abundantes capas de la sociedad que huyen de la estandarización de sus comportamientos, viven bajo premisas que no están marcadas por aquello “que se lleva” y establecen sus propias maneras de vivir como consideran que deben hacerlo y en función de sus posibilidades. Todos los estudios se centran en el mercado que se pretende conquistar y se olvidan conscientemente de quienes están fuera de él. Y sin embargo es en ese ámbito, ajeno a estereotipos que repiten fórmulas que todos conocen por igual, de donde acaban surgiendo las novedades y las sorpresas que lo cambian todo.

En una ocasión, unos alumnos preguntaron a Einstein que debían hacer para descubrir e inventar. El genio se quedó pensativo y tras unos interminables segundos, les dijo que no lo sabía, pero que les aconsejaba dedicar al menos media hora, todos los días, a pensar justamente lo contrario que sus colegas. Esto, añadió, no les garantizará el éxito, pero les alejará del aburrimiento, que como todos sabemos es nuestro enemigo más letal.

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