Más Europa

Europa conmemora estos días el 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y el 75 de los pasos fundacionales del largo camino que llevaría a lo que hoy es la Unión Europea. Ambos acontecimientos históricos están íntimamente relacionados. La victoria aliada de 1945 puso fin a un periodo de violentas convulsiones en suelo europeo iniciado en 1914, que se había llevado por delante millones de vidas y que había sembrado destrucción y caos como nunca antes en la Historia. Desde el convencimiento de que aquello no se podía repetir y una vez que quedó claro que Occidente apostaba por un modelo de economía social, libertades públicas y respeto de los derechos humanos, se puso en marcha el proceso de integración que ha sido un éxito en todos los órdenes y que ha asegurado décadas de paz y bienestar en Europa. Este 80 aniversario coincide con un momento histórico en el que se está redefiniendo el modelo de equilibrios geoestratégicos que ha marcado las relaciones internacionales durante este periodo. Europa llega a este nuevo escenario con debilidades defensivas, económicas y de influencia mundial que la colocan en una situación de debilidad ante las grandes potencias, fundamentalmente Estados Unidos, China y Rusia. Confirmado que el liderazgo que ha ejercido Washington en Occidente está cuestionado por la propia política del gigante norteamericano, no cabe duda de que Europa tiene que tomar su propio camino para garantizar sus valores y su sistema de vida. Ese camino sólo puede pasar por una mayor integración en todos los órdenes y por la coordinación de políticas en las que los intereses nacionales deben dejar de ser prioritarios, entre ellas la militar. El único modo de que Europa siga siendo un factor de estabilidad y de progreso es que se presente ante el mundo como un conjunto unido y coordinado dispuesto a defender, en un planeta cada día más agitado, los valores de la libertad y de la seguridad.