Francisco Mesonero

¿Subsidios o puente hacia la jubilación?

La tribuna

¿Subsidios o puente hacia la jubilación?
¿Subsidios o puente hacia la jubilación?

26 de junio 2025 - 03:07

Andalucía ha registrado un máximo histórico de 118.255 perceptores de subsidio por desempleo mayores de 50 años, según fuentes oficiales, un 5% más que hace un año y un 9% más que en 2020. Si bien este mecanismo resulta necesario para proteger a quienes agotan la prestación contributiva y garantizar su sostenimiento económico hasta que puedan reengancharse al mercado laboral, existe un riesgo de que deje de ser un puente hacia la ocupación y convertirse en un destino definitivo.

El aumento de los subsidios entre la población mayor de 50 años responde, no solo al envejecimiento demográfico, sino también a las múltiples barreras que dificultan su permanencia en el mercado laboral. Este repunte se produce, además, en un escenario de crecimiento económico, lo que evidencia incoherencia y revela la falta de sintonía entre el dinamismo productivo y la inclusión de los sénior en el mercado laboral. Ante la falta de oportunidades reales, en ocasiones optan por mantenerse en el subsidio hasta alcanzar la edad de jubilación. Y el problema de fondo consiste en que un mercado laboral en récord de envejecimiento, no puede permitirse prescindir del talento sénior, siendo su aportación esencial para afrontar los grandes retos que nos circundan.

El diseño actual de los subsidios puede llegar a configurar un incentivo perverso. Al prolongar de forma casi automática la percepción de la ayuda hasta la edad de jubilación, se debilita la urgencia de reinserción laboral y se corre el riesgo de institucionalizar una dependencia prolongada.

En un contexto de envejecimiento sin precedentes, los sénior pueden optar por mantenerse en el subsidio, ante la falta de itinerarios formativos y de recualificación que les permitan acceder a sectores emergentes. Esta situación no solo desaprovecha un capital humano imprescindible, sino que también penaliza la renovación del propio mercado de trabajo.

Por ello, es imprescindible reforzar políticas activas de empleo que garanticen el carácter transitorio de los subsidios y desplieguen programas personalizados de recualificación. Solo así lograremos que los mayores de 50 años se incorporen a la economía digital y a otros sectores que hoy lideran el empleo. Activando el talento sénior, no solo mejoramos su empleabilidad, sino que construimos un mercado laboral andaluz más competitivo, cohesionado y capaz de afrontar con éxito los retos de futuro.

Asimismo, es fundamental establecer mecanismos de seguimiento y evaluación rigurosos de estas políticas activas. Solo midiendo indicadores como la tasa de reinserción, la mejora de la empleabilidad o la satisfacción de los participantes, podremos ajustar los itinerarios formativos. Un enfoque basado en datos y resultados puede garantizar que los subsidios dejen de ser un fin en sí mismos y se conviertan en un verdadero trampolín hacia empleos de calidad, donde el talento sénior despliegue todo su potencial.

Además, la colaboración público-privada se presenta como un pilar imprescindible para movilizar recursos y articular esfuerzos en favor de la empleabilidad sénior. Administraciones, empresas y entidades deben trabajar de la mano para diseñar iniciativas conjuntas que aprovechen la experiencia acumulada de los sénior y la dirijan hacia sectores con demanda creciente, estableciendo un marco estable de cooperación que favorezca la reinserción y la adaptación continua.

Andalucía necesita con urgencia el empuje y la sabiduría de los trabajadores sénior. Su experiencia, forjada en décadas de transformación económica, es clave para impulsar nuestra competitividad y reforzar la resiliencia de nuestras empresas. No olvidemos que un mercado laboral que no aproveche este capital humano, está renunciando a su propia fortaleza.

El momento de actuar es ahora. Necesitamos un pacto colectivo que combine políticas activas, compromiso empresarial y la voluntad de los profesionales sénior para reinventarse. Solo así convertiremos un subsidio –necesario, sí, pero insuficiente– en un motor de crecimiento, solidaridad y esperanza. El talento sénior es la savia que nutrirá el futuro de nuestra economía y sociedad; no permitamos que se marchite en la encrucijada de la protección pasiva.

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