
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Resurrección del arte
Brindis al sol
No todas las buenas cabezas españolas se dejan embaucar hasta el extremo de estar, en estos días, solo pendientes del último espectáculo ilusionista del Gobierno. Y para alivio de los lectores que no soportan, una vez y otra, tan cínica repetición, tres excelentes profesionales del pensamiento, cada uno en su rama, han rechazado también someterse a los sucesos inmediatos, impuestos desde un poder cada vez más en apuros, y se han permitido, de manera espontánea, escribir unas reflexiones sobre toros. Rompió con fuerza, inesperadamente, como quien no quiere dejarse monopolizar por el oscuro discurso reinante, Víctor Gómez Pin, una de las mejores cabezas filosóficas de este país. El motivo de su breve texto fue el recuerdo de una vieja y legendaria faena del diestro Paco Camino en la plaza de toros de las Ventas. En principio, una simple evocación con la que intentaba evitar el olvido de algo tan memorable. Pero Félix de Azúa, a pesar de permanecer algo alejado del mundo de los toros, captó enseguida que, en las últimas diez líneas del recordatorio de Gómez Pin, había constancia de un milagro intelectual: junto a la descripción de lo acontecido en el ruedo, se había expuesto allí una de las mejores ilustraciones de lo que significaba el arte. Quizás sin proponérselo, solo emocionado por el recuerdo, Gómez Pin, había conceptualizado, con rigor, una de las cuestiones estéticas más difíciles de exponer con palabras. Inmediatamente, otra cabeza filosófica, de méritos no menores a los anteriores, Fernando Savater, sintió que una llamada cómplice, le obligaba éticamente a intervenir para completar aquella improvisada terna, en la que lo taurino, como en tantas otras grandes ocasiones, se había convertido en causa para tratar algo trascendental como el arte. Tres viejas glorias, plenas de facultades, han vuelto, pues, a coincidir para rememorar una lejana faena que, a partir de ahora y gracias a la sabiduría desplegada al analizarla, obtendrá las cualidades de un gran acontecimiento. Un acontecimiento fraguado gracias a las facultades de un gran maestro, pero que, en lo sucesivo, se verá acompañado de tres discursos magníficos, escritos, con gozo y libertad, para mostrar que la tauromaquia vale por sí misma, pero, además, ayuda a comprender uno de los mayores desafíos intelectuales de la humanidad.
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